Mira, el sanjuanino por el mundo

Hoy Egipto – Primera parte

Nuestro viaje continúa. Jordania quedó atrás y seguimos viaje hasta la República Árabe de Egipto, rodeado por el Mediterráneo, el Mar Rojo, Libia, Sudán, Palestina e Israel. Pesos, dólares, euros, liras turcas, dinares jordanos y libras egipcias. No me pregunten por el precio de las cosas. Ya me perdí.
domingo, 30 de agosto de 2020 · 09:06

Al salir de Jordania volamos a Aswan, al sur de Egipto a orillas del Nilo, una antigua ciudad cuyo nombre ya aparecía en monumentos y escritos de la antigüedad como el Libro de los Muertos o el Papiro de Turín.

Aswan fue de suma importancia para los antiguos egipcios por varias razones. Fue durante siglos la frontera sur del imperio y límite de Nubia, la manera en que los egipcios llamaban al África negra. Al llegar allí, la navegación se interrumpía para seguir hacia el sur a pie. Por eso fue un importante puesto comercial que controlaba el tránsito entre Egipto y el sur.

Bajo cada dinastía, ésta ciudad se utilizó como guarnición y se impusieron peajes a barcos que pasaban desde el sur a través del Nilo.

Pero también el lugar en donde existen grandes yacimientos de granito que llegaron a ser los más importantes del Antiguo Egipto, sobre todo porque acá se encontraba la sienita, usada para crear monumentos, obeliscos, edificios y estatuas, incluyendo las pirámides que se ven en Egipto.

Para ir un poco más atrás en el tiempo, te cuento que durante siglos, el Nilo crecía y se desbordaba y éstas crecidas convertían a las tierras próximas, en una zona fértil ideal para la agricultura, ya que al retirarse las aguas quedaba el limo, que es un sedimento rico en nutrientes y minerales. Sin embargo, las crecidas también llevaban a la pérdida de las cosechas y la población quedaba al borde de las hambrunas, por lo que fue necesario la construcción de una represa que regulara el nivel de las aguas y así proteger las tierras de cultivos y los campos de algodón.

A comienzos del siglo XX, se crearon dos represas: la Represa Baja de Aswan, terminada por los ingleses en 1902, pero sólo tenia 50 metros de altura y podía almacenar agua para un año, por lo que se desbordada habitualmente por las crecidas. En lugar de hacerla de nuevo, se decidió construir una segunda represa ocho kilómetros río arriba a la que se llamó Represa Alta de Aswan y que comenzó a construirse en 1952, ya con Gamal Abdel Nasser en el poder, quien había derrocado al Rey Faruk, convirtiéndose así en el primer egipcio en gobernar Egipto desde el siglo VI a.C.

El nuevo gobierno, con Nasser a la cabeza, hizo de éste su proyecto estrella y comenzaron los intentos de conseguir financiación y ayuda.

Alemania ya había pagado a Israel una compensación por el holocausto y esto causó tensiones y protestas en los países árabes, así que para compensar eso, el gobierno alemán envió ingenieros y asesoramiento para el proyecto y la construcción de la represa.

Recordemos que estamos en época de Guerra Fría. Una época de tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, en donde eran otros los países que se enfrentaba y cada uno apoyaba a un sector.

El diseño del proyecto de la nueva represa, tardó 2 años en completarse (1952-1954) y al finalizar esa etapa, Egipto acudió al Banco Mundial a buscar financiación, quienes tardan dos años en estudiar el caso, aceptar el proyecto e imponer condiciones, algo que Egipto tarda en aceptarlas.

En el medio de la negociación entre Egipto y el Banco Mundial, crece la tensión con Israel por la Península del Sinaí. Egipto le declara la guerra, pero necesita armas y occidente se niega a vendérselas. Pero la Union Soviética, si acepta venderle armas. Esta operación, sumado a que Egipto reconoce a la China comunista, enoja a Occidente y provoca que las ofertas y condiciones impuestas por el Banco Mundial, ya no sigan en pie.

Entonces, la Unión Soviética le ofrece un préstamo de 1.120 millones de dólares al 2% de interés y aporta técnicos y maquinaria pesada. Para financiar la obra, el presidente Nasser nacionaliza también el Canal de Suez, que regulaba el transporte entre Europa y Asía y en ese momento estaba regenteado por franceses e ingleses, lo que provoca una invasión de tropas de Francia, Reino Unido e Israel. En ese cruce interviene la ONU y un año después las tropas se retiran y Egipto ya tiene como financiar la colosal obra de la Gran Represa. La construcción comenzó en 1960 y se terminó 10 años después.

Esta represa es esencial para Egipto. Con una altura de 110 metros, con un ancho de base de 1.000 metros, 40 metros en su coronación y un largo de 4 kilómetros. Esto la convierte en un objetivo militar estratégico y por ese motivo siempre está custodiada por el ejército. Y aunque la presa es de tal envergadura que para destruirla haría falta una bomba nuclear, cualquier ataque que la inutilice, supondría un desastre para el país.

Pero los técnicos no tuvieron en cuenta el impacto que tendría en el medio ambiente la construcción de las represas. Los aumentos del río se detuvieron, pero dejaron graves consecuencias por sedimentación excesiva aguas arriba, erosión del suelo aguas abajo, disminución de peces autóctonos, desaparición de especies migratorias, destrucción del delta con penetración de especies marinas, aumento del nivel freático, contaminación del río por herbicidas y pesticidas para paliar la disminución de fertilidad y aumento del riesgo sanitario por crearse nuevos canales de riego y un hábitat para insectos transmisores de enfermedades como el mosquito de la malaria.

También la comunidad arqueológica advirtió que la construcción de las represas, dejarían bajos las aguas a numerosos monumentos, por lo que UNESCO patrocinó una operación de rescate que permitió el desmontado, traslado y relocalización a zonas elevadas de los Templos de Abu Simbel. Las aguas formaron un inmenso lago artificial, el Lago Nasser, que cubrió la mayor parte de la Baja Nubia, obligando al traslado de 90.000 personas y algunos monumentos debieron ser ubicaron en zonas más elevadas como los templos de Kalabsha, File y Amada, pero varios templos y monumentos fueron donados a países que colaboraron en el rescate, por ejemplo:

  • El templo de Debod a Madrid
  • El Templo de Dendur al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York
  • El Templo de Taffa al Museo de antigüedades de Leiden, Holanda
  • El Templo de Ellesiya al Museo Egipcio de Turín, Italia

Al Museo nacional de Sudán de Jartum fueron entregados:

  • El templo de Ramsés II de Aksha
  • El templo de Hatshepsut de Buhen
  • El templo de Jnum de Kumma
  • La tumba del príncipe nubio Djehutihotep de Dibeira
  • Los templos de Dedun y Sesostris III de Semna
  • Las columnas de la catedral de Faras
  • Una parte de las pinturas de la catedral de Faras

La ciudad de Aswan no es una ciudad bonita, pero el entorno sí lo es. Nuestro hotel estaba frente al Nilo desde donde se ven cruceros y falucas que remontan el río y también el punto de partida de los que recorren el Lago Nasser. Este es un lugar estratégico del sector turístico y por eso no sólo está el embarcadero del que salen las barcazas hacia las islas cercanas, como Elefantina o File, sino también el Museo Nubio y vendedores de especies y esencias naturales que te acosan por las calles.

Pero también es uno de los puntos neurálgicos de la fascinante cultura del Antiguo Egipto. Un lugar que durante milenios fue centro comercial, lugar de peregrinación y punto espiritual del país. En las islas cercanas se acumulan los templos y en ambas orillas, restos de ciudades y antiguas canteras en donde podes ver el famoso Obelisco Inacabado que es un enorme bloque de granito rojo de más de 1.000 toneladas de peso que aún sigue anclado al suelo, no se sabe porque lo dejaron a medio terminar ni cuándo lo hicieron, lo cierto es que éste mármol puede encontrarse en lugares tan lejanos como Karnak o la Gran Pirámide de Giza.

También desde Aswan se puede acceder a la mítica Nubia y el inicio del camino hacia la no menos emblemática Abu Simbel. Un lugar que hay que ver.

Así que hasta allá fuimos.

Los Templos de Abu Simbel

A las 3,30 de la mañana nos vinieron a buscarnos en un mini bus. Debíamos recorrer 300 km al sur del país, para llegar hasta los templos de Abu Simbel.

Al salir de la ciudad, más buses nos esperan y juntos salimos acompañados por carros del ejército y militares que día a día acompañan a la gran caravana por seguridad. Son más de 3 horas que se recorren por una ruta desértica y desde hace años se vienen sucediendo ataques terroristas. Por eso la custodia militar existe ya que el peligro siempre existe.

Egipto cuenta con un alto historial de ataques terroristas a hoteles y centros turísticos y eso derivó en una baja de su principal actividad económica. Por eso los monumentos, edificios y construcciones como la Gran Represa de Aswan están custodiados y se debe circular a baja velocidad, deteniéndose en cada retén militar para controles.

Para tener una idea de lo que se habla, te cuento que en 1997 hubo un ataque terrorista en Luxor y murieron 60 personas turistas.

En el 2014, una explosión alcanzó un autobús de turistas cerca del Museo Egipcio en Guiza, donde resultaron heridos 14 turistas. Ese mismo año, un suicida se inmoló en la puerta de un autobús al sur del Sinaí y se cobró la vida de tres turistas surcoreanos y el conductor egipcio. Un año después, el ejército egipcio asesinó por error a 8 turistas mexicanos al confundirlos con terroristas cuando circulaban en vehículos doble tracción cerca de la frontera con Libia.

En el 2016, dos encapuchados abrieron fuego a las puertas de un hotel, también en Guiza, atacando un bus que transportaba turistas árabes de nacionalidad israelí. El ataque fue reivindicado por fundamentalista del Estado Islámico.

Meses después, 6 policías perdieron la vida y otros tres resultaron heridos, al estallar un artefacto explosivo colocado en un puesto de control cerca de las pirámides.

A fin del año pasado, otro artefacto explosivo fue detonado por control remoto en una ruta cercana a las pirámides al pasar un bus que transportaba turistas vietnamitas. Tres turistas y un guía egipcio murieron. La lista de ataques sigue en centros turísticos de Abu Simbel, Guiza y Luxor y muchos países recomiendan no viajar a Egipto por cuestiones de seguridad.

De todas formas, al final del viaje, llegás a Abu Simbel.

Allí fueron construidos el templo del faraón Ramsés II y el de su esposa, Nefertari, como una forma de recordar su victoria en Kadesh y mostrar así su poder a los Nubios.

Estos templos, de más de 3.000 años, no solo impactan por su gran belleza, sino que entre 1964 y 1968, cuando se creó la Gran Represa, debieron ser desarmados en bloques de 20 toneladas y vueltos a ensamblar 65 metros más arriba y 200 metros más alejados del río. Esto fue uno de los mayores desafíos de la ingeniería arqueológica de la historia.

En éste video de la época se muestra algunas ideas para el traslado y el resultado final.

Templo de Ramsés II

El templo está dedicado al culto de Ramsés II. Los faraones se consideraban dioses y por eso se lo ve sentado al lado de Amón, Ra y Ptah como el cuarto gran dios de Egipto.

El faraón Ramsés II, hijo de Seti I, combatió a muchos enemigos, pero su principal batalla fue la de Kadesh contra los hititas. Esta batalla terminó con un tratado de paz entre ambas fuerzas, pero en los muros de los templos egipcios, Ramsés II se jactaba de haber ganado la batalla, mientras el rey hitita hacía lo mismo en templos de su país.

Con el paso del tiempo, el templo fue abandonado y comenzó a quedar sepultado bajo las arenas, hasta que en 1813 el arqueólogo suizo Johann Ludwig Burckhardt lo descubrió (el mismo que descubrió Petra). Este le comentó su descubrimiento al italiano Giovanni Belzoni (con fama de explorador, ladrón y viajero), quien viaja a la zona, pero no logra excavar una entrada que permita el acceso al templo. Vuelve en 1817, logra entrar al templo y se lleva todos los objetos de valor que pudo transportar, ya que en esa época el negocio de las antigüedades era muy lucrativo, en donde imperaba la ley del más fuerte.

La fachada del templo tiene 33 metros de altura y está custodiado por cuatro estatuas que representan a Ramsés II, sentado en un trono con la Doble Corona del Alto y Bajo Egipto, con barba postiza, símbolo del faraón en vida, con el collar y el pectoral grabado con el nombre de la coronación, además de brazaletes decorados. De los cuatro colosos  excavados en la roca, tres de ellos se encuentran en buen estado, pero la estatua situada a la izquierda de la entrada se partió durante un terremoto y solo quedó intacta su parte inferior, mientras que parte de la cabeza y el pecho se encuentran esparcidos por el suelo. Cada estatua mide 22 metros y están acompañados por pequeñas figuras entre las piernas que representan su esposa Nefertari, la reina madre Tuya y algunos hijos. Aunque se sabe que Ramsés II tuvo más de 120 hijos nacidos de esposas reales, esposas secundarias y concubinas. Sin embargo solo algunos alcanzaron relevancia en la carrera sucesoria.

En el interior del templo se encuentra una gran sala con 8 colosos, a modo de columnas, que representan a Osiris con los rasgos de Ramsés II. Los de la izquierda llevan la corona del Alto Egipto y los de la derecha llevan la doble corona, símbolo de la unificación de las Dos Tierras. Cada estatua mide 10 metros de alto y en las paredes se muestran escenas de batallas en Siria, Libia y Nubia y muchas de esas imágenes se refieren a la batalla de Kadesh en la actual Siria, donde el faraón peleó contra los hititas. El relieve más famoso muestra al faraón en un carro lanzando flechas contra sus enemigos en retirada.

La mayor parte del año, el santuario interior del templo está en la oscuridad. Pero dos veces al año (21 de febrero y 21 de octubre), la luz del sol ilumina las estatuas sentadas de Re-Horakhte, Amon-Re y Ramsés II, excepto la de Ptah, relacionado con el inframundo que siempre está en penumbra, pero con el traslado del templo y el desplazamiento del Trópico de Cáncer la incidencia solar se desplazó al 22 de octubre y 20 de febrero.

Templo de Nefertari

Realizado en la misma época que el templo de Ramsés II, está dedicado a la diosa Hathor y a la reina Nefertari. En la fachada hay 6 colosos de pie, de 10 metros de alto, excavados en la roca y dentro de nichos rectangulares, con 3 a cada lado de la entrada. Los extremos representan a Ramsés II y los centrales a la reina Nefertari y son del mismo tamaño que el faraón. Todos tienen adelantada la pierna izquierda, en posición de marcha y entre las piernas también hay esculturas de menor tamaño.

Dos colosos muestran a Ramsés II con la corona del Alto Egipto y dos con la doble corona del reino unificado, mientras las estatuas de Nefertari la muestran como la diosa Hathor, con cuernos, plumas y el sol en su tocado.

La puerta de acceso al templo se encuentra decorada con cartuchos con el nombre del faraón y escenas de ofrendas del rey a las diosas Hathor e Isis. La entrada conduce a una sala con seis columnas centrales, esculpidas con capiteles decorados con la cabeza de la diosa Hathor. Una sala contiene escenas que muestran a Ramsés II y su esposa ofreciendo sacrificios a los dioses y luego otra sala con escenas similares. Al fondo del templo se halla el santuario que contiene una estatua de la diosa Hathor.

Nefertari fue considerada la mujer más bella de su tiempo, pero no sólo se destacaba por ello, sino también por su inteligencia y por ser la mujer que enamoró a Ramsés II cuando ambos tenían unos 15 años de edad. Se considera que trabajo en las negociaciones de paz con el imperio hitita y para conseguirlo le envío regalos al rey y entabló una amistad con la reina. Gracias a su ayuda y adoración que sentía por ella, Ramsés II la elevó a la categoría de diosa personificándola con la diosa Mut.

En 1904, el arqueólogo Ernesto Schiaparelli descubrió la tumba de Nefertari en el Valle de las Reinas y las pinturas mostraban las etapas del viaje de la soberana hacia el reino de Osiris. La estructura de la tumba de Nefertari es la típica de las tumbas de la dinastía XIX. La entrada se efectúa por una escalera que conduce al primer nivel del sepulcro. Desde ahí, en un segundo tramo de escaleras se llega hasta la cámara funeraria en cuyo centro se colocó el sarcófago de la reina. En una pared había excavado un pequeño nicho para depositar la caja canópica que contenía las vísceras momificadas de Nefertari.

Más para ver de Aswan

Hay lugares y cosas que ver en la ciudad y una de ellas es el Obelisco Inacabado, que fue abandonado en la cantera. Si estuviera de pie superaría los 40 metros de alto y las 1.200 toneladas, siendo la pieza de piedra trabajada más grande del mundo. También el Museo Nubio, que tiene tres plantas y exhiben más de tres mil piezas arqueológicas que se remontan a las diferentes épocas de la historia de Nubia, desde la prehistoria, hasta la dominación islámica, pasando por la civilización faraónica así como la ocupación griega, romana y el periodo copto.

El Monasterio de San Simón, que está ubicado en las alturas y estuvo habitado durante siglos por monjes misioneros. En una de sus plantas se encuentra la Basílica donde se destacan los frescos de los apóstoles.

En Aswan podés visitar El Nilómetro que es un pozo escalonado con marcas y en donde se medía el nivel del río y de esta forma predecir el volumen de la crecida, el nivel del limo y el volumen de la futura cosecha y por consiguiente los impuestos a cobrar.

También la Isla Elefantina, en donde vivían los antiguos egipcios, pues se ubicaba frente a la primera catarata del Nilo y esto permitía no sólo controlar el comercio del sur del país sino también actuar como defensa ante posibles enemigos. Acá no solo podés visitar templos, sino también pequeñas iglesias cristianas coptas y varios puestos de compras con carteles arruinados de Carrefour y muchos chicos  con los ojos claros.

La Isla de File es conocida por los templos dedicados a Isis, en donde se mantuvo su veneración hasta la llegada del emperador romano Justiniano I, en el año 535 d.C quien prohibió su veneración y todo el conjunto se reconvirtió en iglesia cristiana dedicado a San Esteban. En el siglo XII el Islam se impone como religión en Egipto y la isla quedó sumergida bajo las aguas de la represa de Aswan, pero los templos se trasladaron al islote de Agilkia.

Un lugar interesante para conocer es la Iglesia Cristiana Copta De San Miguel.

En el país existen cuatro grupos católicos: armenios, caldeos, maronitas y coptos y todos pertenecen a la Iglesia Universal, en comunión con Roma y admiten el credo católico. Las diferencias están en que tienen una organización distinta a la Iglesia Católica Latina ya que están organizados en Patriarcados independientes, con una liturgia propia. El jefe de la Iglesia es el Papa de Alejandría, Tawadros II, con sede en el Cairo.

Esta Iglesia, es un templo grande pero sencillo, con algunas pinturas en sus muros, biblias en árabe y música litúrgica de fondo. No mucho más. No hay grandes imágenes, solo una gran pintura de Cristo Pantocrátor en la cúpula.

Los cristianos coptos fueron objeto de violencia a lo largo de la historia, sobre todo bajo el Imperio bizantino y después de la conquista árabe cuando un califa islámico, en el año 1.000 d.C., destruyó 3.000 iglesias y obligó a un gran número de coptos a abandonar su fe.

Por otra parte, a partir de la caída de Hosni Mubarak en el año 2011, la agitación política produjo más ataques contra los cristianos coptos. A fines de ese año una bomba en una iglesia en Alejandría mató a más de 20 personas. Meses después, 13 personas murieron en una batalla entre cristianos y musulmanes en El Cairo, por protestas de los coptos por la quema de sus iglesias. En diciembre de 2015, un atacante suicida detonó una bomba y mató a 25 personas cerca de la catedral copta de San Marcos en El Cairo. En 2016, unas 26 personas murieron cuando atacantes armados abrieron fuego contra un autobús con cristianos coptos. Y la lista de ataques continúa.

Hasta acá llegamos con Aswan y los templos de Abu Simbel.

Te esperamos la semana que viene para continuar por más ciudades de Egipto.

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