OPINIÓN

La era de la pavada

Viene la segunda ola de contagios y la vacunación no alcanza. Las personas con comorbilidad esperan. Pero la discusión sigue desviada.
lunes, 29 de marzo de 2021 · 10:10

El título de esta columna debía ser como el disco de Divididos: 'La era de la boludez'. Pero hubiera sonado demasiado fuerte. Habría desviado el foco de la cuestión. La idea sigue siendo la misma: Argentina y San Juan están sumergidas en un debate absurdo acerca de las medidas sanitarias e incluso acerca de la realidad o la ficción de la pandemia. Porque todavía hay sectores que fogonean el descreimiento. Como si se tratara de una cuestión de fe.

Politizaron la cuarentena. Calificaron la medida sanitaria como medida política. Cuestionaron a los infectólogos, poniendo en tela de juicio su formación científica. Sembraron dudas sobre las vacunas, en especial la 'soviética' Sputnik V, porque había sido desarrollada en tiempo récord, antes que en Europa o en Estados Unidos. Entonces, si era rusa y había sido elaborada 'entre gallos y medianoche', entonces solo podía ser un veneno. Hubo demanda judicial contra el presidente Alberto Fernández por intoxicar a la población.

No bastó la aprobación de la ANMAT, porque el organismo nacional también cayó en el descrédito rápido. Fue juicio y sentencia. Todo embarrado por el principio de la sospecha. Por suerte vino la publicación de la revista especializada The Lancet, que respaldó la efectividad de la Spuntik V. Entonces repentinamente el instituto Gamaleya se volvió creíble. Y la ANMAT también. El debate saltó para otro lado.

El manejo discrecional de las vacunas desde el entorno del exministro Ginés González García fue tanto como pegarse un tiro en el pie. La corrupción traducida en ventajas para los amigos provocó tanta indigación como era de esperar. No fue para menos. Pero al mismo tiempo el escándalo se levantó como una ola y le pasó por arriba a todo lo antecedente. Repentinamente quedó en el olvido que hacía un par de meses nadie quería la vacuna Sputnik V. Ni mucho menos la china Sinopharm. Qué horror. Entiéndase el sarcasmo por favor.

Todavía hay que aclarar dudas. Los adultos mayores de 80 y de 70 años que fueron incriptos para ser vacunados en San Juan tuvieron miedo. Ocurrió en cada hogar. Muchos pueden dar testimonio de ello. Fue tan penetrante el martilleo que perforó hasta el fondo. Los abuelos y las abuelas preguntaron qué les iban a inyectar, de qué laboratorio provenía. Toman pastillas a diario sin saber los componentes o dónde fueron procesadas. Simplemente, porque confían en su médico de cabecera. En la ciencia.

Pero en la era de la boludez -perdón, en la era de la pavada- el conocimiento fue puesto en duda. Surgieron recetas mágicas apoyadas en teorías conspiranoicas de remedios que algún poder oscuro estaba ocultando y que representaban la cura milagrosa. Hubo médicos que recetaron la ivermectina, un antiparasitario de uso veterinario, para contrarrestar el Coronavirus. Hubo personas de buena fe que preguntaron dónde se podía conseguir el dióxido de cloro.

'Si fuera tan efectiva la ivermectina, no estaríamos todos detrás de las vacunas. Es una cuestión de sentido común', dijo con sorprendente sencillez una de las infectólogas más prestigiosas de San Juan, la doctora Beatriz Salanitro. Fue el viernes pasado aquí en Banda Ancha. No quiso polemizar con quienes están recetando en sus consultorios el consumo de este antiparasitario. Pero dejó muy claro que ella no la toma. No hay mucho que inventar. Hay que esperar la vacuna y respetar las medidas de distanciamiento social: dos metros entre personas, tapabocas y lavado de manos.

La vacuna no frenará los contagios. En una medida desesperada, se aplicarán las primeras dosis y se pondrá en pausa la aplicación de la segunda, para alcanzar a una mayor cantidad de personas antes de que llegue el invierno. El objetivo será reducir la cantidad de muertos. Y la demanda de camas en terpia intensiva con respirador artificial. Pero los contagios van a crecer. La manera de preservarse seguirá siendo el molesto distanciamiento social. El barbijo insoportable. El alcohol en gel que carcome las manos.

No tiene secretos luego de un año largo de pandemia, que va para dos. Sin embargo, todavía hay quienes militan en contra de la mascarilla porque les dificulta respirar, como a todos. Porque les ganó el hartazgo. También por militancia del desconocimiento. Está sucediendo.

Va a recrudecer el enfrentamiento. Vendrá la segunda ola de Covid 19. Ya no solo es una profecía del gobierno sino un pronóstico fundado de los que saben. La doctora Salanitro lo dejó claro en Canal 13. Habrá un repunte de casos aún sin pensar en las variantes de Manaos y la británica. Pero también será difícil aislar el país para evitar que circulen estas cepas tan agresivas. Si entran, será casi como empezar de nuevo. Son mucho más contagiosas.

Esto obliga a acelerar la vacunación. El ritmo actual no alcanza. Haber alcanzado el 20 por ciento de la población objetivo en San Juan habiendo ya empezado el otoño, es bajo. Hay que llegar a más de 255.000 personas. La doctora Salanitro alertó sobre una urgencia específica: no se trata solo de cubrir a los adultos mayores, sino también a los que sin importar su edad tienen comorbilidades, específicamente alguna afección respiratoria como asma, diabetes y obesidad. Que no hayan entrado todavía en la convocatoria de Salud Pública es preocupante.

Ese debiera ser el pedido público, unánime. Pero en la era de la boludez -perdón, en la era de la pavada- las discusiones banales pueden ser una conveniente distracción.


JAQUE MATE