OPINIÓN

Los estragos del Covid 19: ver para creer

El contagio del presidente, las fiestas clandestinas y el hartazgo social, frente a la impotencia de las vacunas para detener la segunda ola.
lunes, 5 de abril de 2021 · 09:09

Pasó la Semana Santa y empezó la cuenta regresiva. A partir de este lunes habrá que contar 14 días para evaluar el impacto que haya tenido la migración de sanjuaninos por las mini-vacaciones. También se sentirá el efecto en el resto del país, en el inicio de la segunda ola. 

El rebrote de casos duplicó los contagios registrados de un día para el otro apenas llegando al Viernes Santo, sin siquiera haber empezado el fin de semana largo y turístico. En esta curva habrá que contar especialmente a Alberto Fernández y habrá que anotar una dura prueba acerca de las vacunas.

Como se venía diciendo en esta columna, la vacuna no evita el contagio sino que atenúa los efectos de la infección. Si hacía falta una prueba, ver para creer, la terminó ofreciendo el presidente de la Nación. Irónicamente, el 2 de abril, día de su cumpleaños. Mala manera de terminar el festejo.

'Es evidente que la pandemia no pasó y debemos seguir cuidándonos', escribió el jefe de Estado en sus redes sociales el mismo viernes a última hora, cuando informó sobre el resultado de su test de antígeno y mientras aún esperaba la prueba PCR.

El Instituto Gamaleya se hizo cargo de la mala noticia. Fernández fue vacunado con la Sputnik V y contrajo Coronavirus. Según el laboratorio ruso, su vacuna tiene un 91,6% de eficacia contra infecciones y un 100% de eficacia contra casos graves. Si la infección se confirma, la vacunación garantiza una recuperación rápida sin síntomas graves. Ninguna novedad bajo el sol. 

La respuesta del Instituto Gamaleya a Alberto Fernández

Vale la reiteración. La vacunación no exime de seguir con las medidas de distanciamiento social. Molesta, es cierto. Pero no hay alternativa. Por eso resulta doblemente incomprensible la rebelión.

El mismo viernes santo en la madrugada, la Policía de San Juan desbarató al menos dos fiestas clandestinas. Una fue en Caucete, en la localidad de El Rincón. El número de personas no era el inconveniente, si apenas eran 11. El problema fue la manera. Es ingrato, a veces insoportable. Peor aún fue la fiesta detectada en Rivadavia, con ¡63 personas!, contando 15 menores de edad y 48 mayores.

Cuando Canal 13 San Juan informó sobre ambos procedimientos en sus redes sociales oficiales, hubo comentarios repartidos casi en partes iguales. La mitad de los usuarios criticó la conducta de descuido sanitario, porque entendieron que el riesgo de un grupo perjudica a la totalidad de la sociedad. Pero la otra mitad apoyó las fiestas, argumentando que cada uno es libre de hacer en su propiedad privada lo que le venga en gana. Otra vez afloró el reclamo contra la asfixia del Estado.

Por supuesto que hay un agotamiento. Es innegable que la pandemia se prolongó más allá de los deseos de nadie. Como también quedó totalmente claro el modo en que se producen los brotes. El de agosto del año pasado en San Juan, sucedió por reuniones sociales. Lo ha dicho la jefa de Infectología, Mónica Jofré, en su momento. Como ahora lo está sosteniendo la ministra de Salud de Nación, Carla Vizzotti.

Es cierto que la vacunación en Argentina marcha a paso lento. Que se podría hacer un esfuerzo mayor. Pero sería falso afirmar que una vacunación acelerada evitaría la segunda ola de contagios. Da testimonio de ello el castigado pueblo chileno.

El país trasandino superó los 7.000 infectados diarios la semana pasada y tuvo que volver a confinamiento estricto a unos 14 millones de personas, más de la mitad de su población total. Fase 1 en Coquimbo y La Serena, más toque de queda nocturno. Así recibieron el domingo de Pascuas.

La vacunación en Chile ya alcanzó a casi 7 millones de habitantes y con ese índice se convirtió en la más exitosa de Latinoamérica. Sin embargo, esa falsa sensación de seguridad habría sido la peor trampa. Se relajaron las restricciones durante el verano y hoy el sistema sanitario quedó al borde del colapso.

En su mensaje anual ante la Cámara de Diputados el gobernador Sergio Uñac fue reiterativo: esto aún no termina. Seguirán vacunando al ritmo que sea posible, según lleguen las dosis desde Nación. El sistema de salud podrá recibir la segunda ola con la experiencia adquirida a lo largo de 2020. Nada de ello bastará si no hay un fuerte compromiso social.

Aparentemente esa será la gran clave de 2021. Uñac tiene fobia a los retrocesos. No pagaría el costo de una Fase 1, en términos económicos y sociales. Por eso habrá una apelación constante al cuidado personal. Y dedos cruzados permanentemente para que pase rápido el invierno sin hacer estragos.


JAQUE MATE