JAQUE MATE

Adelantar o no adelantar, esa es la cuestión

Que no asuste el título ni lleve a interpretaciones equivocadas: nada indica que Sergio Uñac esté pensando convocar a elecciones simultáneas con Nación. Al menos no por ahora. ¿Entonces?
lunes, 28 de noviembre de 2022 · 10:00

Que no asuste el título ni lleve a interpretaciones equivocadas: nada indica que Sergio Uñac esté pensando convocar a elecciones simultáneas con Nación. Al menos no por ahora. Sin embargo, persisten algunas lecturas en el entorno del gobernador que siembran dudas sobre la conveniencia de uno y otro escenario. Visto desde el justicialismo, ¿cuál sería el mejor contexto para competir? ¿Entre abril y mayo o de agosto en adelante?

Hasta el momento, Uñac ha sostenido que San Juan merece comicios autónomos para no confundirse con lo nacional, para poder focalizar el debate y la definición en las cuestiones estrictamente locales. Con ese criterio el único decreto de convocatoria a elecciones que firmó, en 2019, liquidó todo el asunto en el primer semestre, bien despegado de la votación presidencial que ganó la fórmula Fernández-Fernández.

Algo así está preanunciando para 2023. Si, como las versiones más fuertes indican, San Juan votará alrededor del 14 de mayo junto a un tándem de provincias, Uñac debería sellar la convocatoria en febrero (90 días antes). Este bimestre completo que queda por delante servirá como paréntesis para repensar cada aspecto de una decisión crucial.

Una cosa va encadenada a la otra: la fecha del comicio, la candidatura de Uñac y el armado en los departamentos. A eso se suma inevitablemente el escenario nacional del cual pretende despegarse el gobernador por propia supervivencia. La imagen de gestión del presidente Alberto Fernández está en un mínimo histórico y la inflación al galope sigue carcomiendo las posibilidades del oficialismo en la Casa Rosada.

Sin embargo, no todo está dicho. Y es aquí donde aparecen las lecturas alternativas que siembran dudas sobre la conveniencia de adelantar las elecciones en San Juan en vez de esperar un poco más. Demorar los comicios provinciales buscando la simultaneidad con Nación implicaría tener una mirada optimista. Entender que los primeros meses de 2023 pueden ser difíciles en lo económico -¿cuándo no?- pero cruzando al segundo semestre habrá pasado el temporal. Llegaría la prometida reducción de la inflación y se sentiría de inmediato el alivio. Mejoraría el humor social.

Prenderle una vela a ese pronóstico sería más que un acto de fe. Mucho más después de haber escuchado aquí en el Centro de Convenciones Barrena Guzmán los augurios negativos de Carlos Melconian y Martín Redrado. Ambos economistas recibidos por el gobernador llegaron con elogios para el 'modelo San Juan' y durísimas críticas para el rumbo nacional. Los dos promocionaron sus propias recetas para salir adelante, siempre pensando en un cambio de ciclo a partir del año que viene. Es decir, planteando la no continuidad del Frente de Todos. O de esta versión del Frente de Todos.

Dicho de otro modo, salvo Sergio Massa, el resto del arco tiene una perspectiva oscura. El superministro sigue confiando en que habrá una desaceleración gradual de los precios y tiene un par de datos alentadores en ese sentido. En octubre la inflación núcleo fue de 5,5 por ciento, es decir un punto menos que la general. Por otro lado, la inflación mayorista fue de 4,8 por ciento. Esta última suele anticipar la inercia hacia adelante en los precios minoristas.

Entonces hay quienes, en el entorno de Uñac, se permiten dudar. ¿Qué pasaría si el contexto nacional mejora hacia agosto, cuando llegue el momento de las primarias presidenciales? ¿Qué pasaría si San Juan vota anticipadamente, desaprovechando aquella bocanada de oxígeno presunta que sería la reducción de la inflación? Obviamente es una conjetura volátil al extremo. Como se ha dicho en infinidad de ocasiones, pronosticar en Argentina es causa perdida. Todo puede pasar.

Este último sábado de noviembre el consultor y analista político Hugo Haime publicó en el diario Perfil una interesante columna en la que ratifica el estrecho vínculo que existe entre la inflación y el resultado electoral. No es un simple postulado teórico sino una relación demostrada en las urnas. Hoy, con una escalada de precios del 100 por ciento anual, las posibilidades del oficialismo son remotas. Las chances de Juntos por el Cambio son mucho mejores. Pero eso podría variar.

Pasó en 1991, según recordó Haime, el oficialismo menemista estaba condenado a perder por goleada las elecciones legislativas y algunas provinciales. Pero sucedió todo lo contrario. ¿Qué pasó? Hubo una renovación dirigencial en distritos importantes -apareció Carlos Reutemann en Santa Fe y Palito Ortega en Tucumán, por ejemplo- y fundamentalmente se implementó el Plan de Convertibilidad. A los cuatro meses de anclar el peso al dólar artificialmente los precios se habían estabilizado y la gente acompañó. La relación entre inflación y votos quedó empíricamente probada por encima de cualquier teoría.

Fijar el calendario electoral es atribución exclusiva del gobernador y, por lo tanto, es una carta fuerte para jugar. Todo el arco político está expectante a esa definición y anticipadamente, desde oficialismo y oposición, salieron a ganar la calle. Incluso el bloquismo, socio dilecto del PJ, empezó a presentar candidatos en los departamentos: Juan Sancassani en Santa Lucía, Walter Vazquez en Rivadavia, Mario Gaitán en Pocito, Andrés Chanampa en Santa Lucía y Graciela Caselles en Capital. Semejante premura solo se justificaría si hubiera que votar en mayo del año próximo.

Y esto es lo que está sucediendo a simple vista. Por debajo hay una intensa actividad que también se refleja en la multiplicación de encuestas de intención de voto, encargadas tanto por el oficialismo como por la oposición. El abanico completo está preparándose para dar la batalla en mayo.

Aún así, un referente con llegada a Casa de Gobierno se atrevió a lanzar la pregunta en voz alta hace apenas unos días: ¿están seguros de que a Uñac le conviene adelantar tanto las elecciones? Por ahora la respuesta es sí. 

El refranero popular nuevamente sale al rescate: más vale pájaro en mano que 100 volando. Lo único cierto que tiene Uñac es su gestión y su imagen positiva, con el desgaste propio de dos mandatos difíciles. Ese es su cimiento para edificar la próxima campaña. La Casa Rosada no le ofrece arrastre positivo en lo inmediato. Esperar sería apostar con una alta tasa de riesgo.


JAQUE MATE