JAQUE MATE

Dos semanas inolvidables para un momento histórico

Los días comprendidos entre el miércoles 25 de mayo y el miércoles 8 de junio marcaron una bisagra para San Juan. Moralejas varias. Algunas evidentes y otras, no tanto.
jueves, 9 de junio de 2022 · 12:14

¿Terminó el conflicto docente? ¿Por cuánto tiempo? La incógnita es periodística pero también es política y social. No hay una respuesta única ni sería prudente arriesgar pronósticos. Hoy más que nunca la Argentina impone caminar a pie de plomo, paso a paso, día a día. San Juan no escapa a esa regla. Igualmente se puede sacar algunas conclusiones preliminares de lo sucedido en las vertiginosas últimas dos semanas.

Ese fue el tiempo transcurrido, entre el miércoles 25 de mayo y el miércoles 8 de junio, cuando estalló la protesta de los autoconvocados en el desfile patrio y finalmente se levantó la protesta en el Centro Cívico. El saldo fueron 7 días de paro por fuera de los tres sindicatos paritarios y un decreto final que les otorgó un fuerte incremento salarial.

El 40 por ciento de aumento en junio elevando al 65 por ciento la recomposición en el semestre es difícil de parangonar con alguna otra provincia. Fue una concesión de parte del gobierno de Sergio Uñac, pero también funcionó como ultimátum. Decisión final, sin margen para seguir estirando las deliberaciones.

En principio hay dos maneras de verlo. Uñac quedó encerrado en una protesta caótica, inorgánica, no sindicalizada. Terminó cediendo ante la imposibilidad de alcanzar un entendimiento gradual, que permitiera hacer los desembolsos en cuotas. La dureza del reclamo autoconvocado, el alto acatamiento al paro, la presencia ininterrumpida frente al Centro Cívico, se hicieron sentir en Paula y Libertador.

Ese es un enfoque posible, pero no el único. Otra lectura válida es que el movimiento de los autoconvocados llegó a un límite. Que alcanzaron un punto crítico y este miércoles se enfrentaron a una disyuntiva áspera. Era aceptar el decreto de Uñac o empezar a pagar el descuento de los días no trabajados indefinidamente.

La negociación escaló todo lo posible. Incluso se intervino la paritaria con una mesa de diálogo extraordinaria el lunes pasado. Rechazar el aumento tal como fue presentado este miércoles implicaba predisponerse para una batalla de resultado incierto. El gobierno acusó recibo del reclamo y actuó en consecuencia. Tuvo que ceder. Escuchar a los autoconvocados y abrirles un espacio en la mesa salarial. E incluso, terminó afectando recursos muy por encima de lo previsto originalmente con tal de restaurar la paz social.

En este menú de lecturas aparece una conclusión inequívoca. Los sindicatos quedaron expuestos. Las conducciones sindicales quedaron muy maltrechas frente a sus propios representados y a la sociedad misma. Frente al gobierno también, porque de ahora en más, cada vez que se sienten en la paritaria los secretarios generales estarán sospechados de no representar a sus bases. En estas condiciones, ¿sirve sostener las paritarias a futuro o quedaron vacías de contenido?

Sirve. Objetivamente, Uñac anunció este miércoles el acuerdo paritario alcanzado por los sindicatos la madrugada del sábado pasado. Son los mismos términos. Los mismos ítemes. Cada ajuste en el valor índice, el famoso decreto 155, los adicionales de radio y antigüedad, fue consensuado en las maratónicas reuniones con los secretarios generales de UDAP, UDA y AMET.

Todo esto con una diferencia, no menor: el adelantamiento de fechas. El pago de todos los conceptos juntos en junio fue una conquista de la lucha de los autoconvocados. El resto, la letra fina, fue producto de la negociación con los gremios. Al pan pan, al vino vino.

Los autoconvocados igualmente marcaron un antes y un después. Lograron que les abrieran una instancia de negociación exclusiva, ganaron las calles, pararon las clases. Si lo hicieron una vez, podrán repetirlo nuevamente. Esa amenaza latente quedará sobrevolando en el ambiente al menos por un tiempo.

Entonces, más que nunca parece necesario rescatar la institucionalidad. Que los disidentes se afilien y ganen volumen dentro de los sindicatos. Pero eso no sucederá por decreto. Los movimientos sociales y de los trabajadores han canalizado su representación a lo largo de la historia. No está claro aún cómo será en San Juan luego de estos 14 días de tensiones.

Fue interesante la moraleja también para el resto del arco sindical, incluido el sector privado. Los buenos modales, el exceso de edulcorante en las relaciones con los patrones no se tolera eternamente. Los docentes autoconvocados sentaron un precedente que puede afectar a otras actividades por fuera del Estado.

Hay una luz amarilla encendida frente al aburguesamiento de algunos dirigentes. Cada trabajador podrá realizar su diagnóstico, según el ámbito donde le toque desempeñarse. Hasta los periodistas denunciaron al unísono esta semana al Sindicato de Prensa y a su secretaria general, Liliana Oviedo, por su ausencia crónica.

Que el árbol no tape el bosque: el episodio de los docentes autoconvocados a duras penas se logró cerrar, mientras sigue adelante la carrera inflacionaria y no aparecen soluciones de corto plazo desde Nación. El presidente Alberto Fernández se sumó al pataleo de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner contra el supermercadista Federico Braun por reconocer que remarcan precios a diario. La famosa guerra contra la inflación se quedó en amagues. En intentos fallidos.

El próximo martes el INDEC dará a conocer el índice de precios al consumidor de mayo y nada indica que habrá un dato alentador. Sí se espera que sea inferior al bimestre anterior, luego de haber alcanzado el récord de 6,7% en marzo. Pero a este ritmo siguen las proyecciones anualizadas del 70 por ciento. Una locura.

Esa realidad absurda es la que puso al gobierno de Uñac contra las cuerdas, asignando recursos como nunca imaginó, para aliviar transitoriamente el malestar docente. Semejante esfuerzo, histórico, tiene plazo de vencimiento. Aunque la cláusula de revisión se activará en septiembre, la cuenta regresiva estará marcada en los precios de las góndolas de los supermercados. Así de ingrata es la realidad.

 

JAQUE MATE